/Abstracto

Ana Y La Felicidad

Había una vez una pequeña niña llamada Ana que vivía en un pequeño pueblo rodeado de montañas. Ana era una niña feliz, siempre estaba sonriendo y disfrutando de la vida. A menudo se la podía encontrar corriendo por los campos o jugando con sus amigos.

Para Ana, la felicidad era algo natural y fácil de alcanzar. Pero a medida que Ana crecía, se daba cuenta de que no todo el mundo era tan feliz como ella. Algunas personas parecían estar siempre tristes o preocupadas, y Ana no podía entender por qué. Ella sabía que la vida podía ser difícil a veces, pero en el fondo siempre pensaba que había algo bueno que encontrar en cada situación.

Un día, mientras caminaba por el bosque, abrumada por una imprevista situación, Ana se encontró con un hombre viejo y sabio que vivía en una pequeña cabaña en el corazón del bosque. El hombre estaba sentado en su balcón, disfrutando del sol de la tarde, cuando Ana se acercó y le preguntó: “¿Por qué algunas personas no son felices?”

El hombre la miró y sonrió. “La felicidad es algo que cada uno de nosotros tiene dentro de sí mismo”, dijo. “Algunas personas simplemente no han encontrado la forma de descubrirla todavía”.

Ana asintió, pero no estaba segura de entender completamente lo que el hombre quería decir. “Pero, ¿cómo puedo ser feliz todo el tiempo?”, preguntó.

El hombre sonrió. “No puedes ser feliz todo el tiempo, querida. La vida tiene altibajos, y a veces necesitamos experimentar tristeza o dolor para poder apreciar la felicidad cuando llega”.

Ana frunció el ceño. No estaba segura de querer experimentar tristeza o dolor, pero decidió escuchar lo que el hombre tenía que decir.

El hombre le habló de la importancia de la gratitud y el amor. “Siempre hay algo por lo que estar agradecido, incluso en los momentos más oscuros”, dijo. “Y si puedes amar a los demás, incluso a aquellos que te lastiman, encontrarás la felicidad en lugares que nunca imaginaste”.

Ana asintió, pensando en todas las cosas por las que estaba agradecida. Tenía una familia amorosa, amigos increíbles y un hogar seguro en el que vivir. Pero, ¿cómo podía amar a alguien que le había lastimado?

El hombre le habló de la compasión y el perdón. “Cuando perdonas a alguien que te lastimó, no estás haciendo nada por esa persona, sino por ti mismo. Te liberas de la carga del resentimiento y la ira, y eso te permite encontrar la felicidad en tu corazón”.

Ana se sintió abrumada por toda la sabiduría del hombre. Sabía que llevaría tiempo aprender todo lo que él le había enseñado, pero estaba decidida a intentarlo.

Los días se convirtieron en semanas y las semanas en meses, y Ana se esforzó por poner en práctica todo lo que había aprendido del hombre sabio. A veces, era difícil. Había momentos en que se sentía triste o enojada, momentos en que la vida parecía demasiado difícil de manejar. Pero Ana, siempre pero siempre encontraba su camino de regreso a la felicidad.

Gian

Gian

Soy alguien que siempre hace cardio en el camino de la excelencia. Pensar demasiado es mi espada de doble filo. Me encanta programar, cargar cosas pesadas y hablar de cualquier idea.

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